Amadeo nos empodera con la imaginación del teatro

 Excelente espectáculo para chicos y grandes


Amadeo nos empodera con la imaginación del teatro


En la Sala Casacuberta del Complejo Teatral de Buenos Aires, Daniel Casablanca presenta su versión libre de La flauta mágica, en un trabajo destacable de todos sus artistas que rinde homenaje a Mozart y a las artes.


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Ficha técnico artística: Dramaturgia: Guadalupe Bervih, Daniel Casablanca, Andrés Sahade; Interpretes titiriteros: Mirna Cabrera, Eleonora Dafcik, Román Lamas; Intérpretes: Daniel Casablanca, Juan Cottet, Jorge Maselli, Valentina Miguez, Laura Silva; Músicos: Florencia Genera, Pablo Grinjot, Leo Heras, Pedro Heras; Ilustraciones: Ernesto Sotera; Diseño de vestuario: Analía Cristina Morales,;Diseño de escenografía: Duilio Della Pittima; Diseño sonoro: Pablo Minici; Música: Pablo Grinjot, Leo Heras; Letras de canciones: Pablo Grinjot; Diseño De Iluminación: Magali Perel, Diseño de imagen: Mirna Cabrera, Eleonora Dafcik, Román Lamas, Alejandro Szklar; Asistencia coreográfica: Clara Suarez Lastra; Arreglos musicales: Leo Heras; Producción técnica: Fernanda Blengio; Coordinación de producción: Eliana Staiff; Coordinación técnica: Guido Napolitano, Lucas Pulido; Coreografía: Flor Piterman; Coach Vocal: Laura Silva; Dirección musical: Leo Heras; Dirección vocal: Pablo Grinjot; Dirección: Guadalupe Bervih, Andrés Sahade

Duración: 77 minutos

Clasificaciones: Musical, Teatro, Títeres, Presencial, Adultos, Infantiles



Daniel Casablanca, Guadalupe Bervih y Andrés Sahade nos presentan Amadeo una obra inspirada en La Flauta mágica de Mozart y Schikaneder, que en su brillante reelaboración dramática nos introduce en la vida de Amadeo, un sereno de teatro muy particular que a través de sus sueños premonitorios ayudará a Carmina (Valentina Miguez), una adolescente con vocación artística, y a su padre Don Astor (Jorge Maselli), quien dirige el teatro, a oponerse a los propósitos de Amalia (Laura Silva), la madre y esposa de esa familia que junto a su empleado Carlino (Juan Cottet), quieren vender el viejo edificio para construir un redituable shopping.

Amadeo, será entonces, el personaje quien viendo peligrar su trabajo y el espacio que ama profundamente, brindará una solución para este conflicto familiar: estrenar La Flauta Mágica y así evitar la venta del teatro. Pero este sereno soñador tendrá una tarea difícil porque contará con muy poco tiempo y escasos recursos, aunque hará uso de su muy valiosa e inmensa imaginación. 

A través de esta historia, semejante en personajes principales y trama a la obra de Mozart y Schikaneder, esta pieza teatral incorpora el arte del clown de la mano experimentada de Daniel Casablanca y su adorable interpretación de Amadeo, trayendo la frescura pueril de los payasos y la dinámica física de una partitura de acciones coreográficas. El juego y la imaginación están presentes y personificados en escena mediante un cuarteto profesional de músicos que enriquece la obra y la vuelve musical, sumados a las canciones y la performance de sus actores y actrices, con gran expertise en este tipo de teatro.  Además la destreza artística, encantadora y precisa del elenco de titiriteros del Complejo teatral de Buenos Aires en su interpretación en títeres de sombra, nos permite ingresar en  la ensoñación de la mente del personaje principal. Y como resultado, esta pieza se presenta como un caleidoscopio teatral, llena de colores, música, canciones e imágenes  que invitan a desarrollar la imaginación y a aventurarse en la defensa de las causas verdaderamente importantes como son todas aquellas que nutren el alma, energizan el espíritu y  estremecen el corazón de niños, niñas y grandes: el arte en todas sus expresiones. 

Amadeo nos permite reflexionar sobre el juego y la creatividad como propuestas motivadoras de cambio, empoderamiento e independencia social en contraste con la creciente sociedad de consumo alienante que elige ganancias económicas por sobre las culturales. 

Daniel Calmels en su libro Fugas, el fin del cuerpo en los comienzos del milenio aborda, entre otros temas, cómo el desarrollo de las nuevas tecnologías interviene en los procesos de construcción de la corporeidad actual de las infancias y adolescencias en detrimento de su poder de expresión, escucha, contacto, gestualidad, voz y la conciencia de lo que es doloroso y placentero, favoreciendo las reacciones automáticas, rápidas y condicionadas que son las que se esperan de los usuarios expertos y/o los más ávidos consumidores.

Ante esta realidad,  el teatro y en particular, esta obra con su propuesta nos permite reaccionar en forma contracultural  desplegando una variedad de significantes expresivos y motivadores que invitan a desarrollar la imaginación, el pensamiento y el deleite del teatro. Y a apropiarnos de esos recursos como herramientas para encontrar solución a los conflictos de la “vida misma” como dice Amadeo.

Por otro lado, esta pieza nos habla del trascendente papel de los adultos como facilitadores y garantes de los derechos de las infancias, tomando a los personajes mayores de la obra como una analogía de Estado Nacional que al priorizar los resultados económicos por sobre su obligación de asegurar, proteger y fomentar el desarrollo artístico de sus comunidades, pone en manifiesto la tensión actual con la comunidad artística y la sociedad.

 De esta forma Amadeo se vuelve una expresión de resistencia ante las ideologías que buscan desacreditar al teatro. 

El teatro como espacio de cultura ejerce una función primordial a la hora de mostrar estas realidades sociales porque nos deja percibir alternativas, nos permite pensar en soluciones en las que el cuerpo está activo y presente, como el de los actores en el escenario, donde se ocupa un espacio, se explora y se resignifica la vida, donde la imaginación y el juego son mucho más que entretenimiento, se vuelven un derecho y una herramienta cultural imprescindibles para el crecimiento social e individual de grandes y chicos, del cual todos debemos apropiarnos. 


            CC. TEATRO

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