Bimba, un biodrama que enriquece al teatro
Adelaida es metáfora
En la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, Mariana Diaz presenta la biografía dramática de una de las mujeres más icónicas del mundo titiritero en nuestro país y la guía del prestigioso grupo de titiriteros del Complejo Teatral de Buenos Aires, Adelaida Mangani.
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Ficha técnico artística: Dramaturgia y Dirección: Maria Diaz, Intérprete: Adelaida Mangani. Intérpretes titiriteros: Victoriano Alonso, Andrea Baamonde, Diego Baez Toro, Ariadna Bufano, Yanina Campanini, Laura Cardoso, Mariano Del Pozzo, Pablo de Valle, Bruno Giannatelli, Fernando Morando, Estanislao Ortiz, Olavia Paz Campos, Esteban Quintana y Florencia Sva. Músicos en escena Jano Squeri. Asistencia de escenografía Estanislao Ortiz. Diseño de vestuario Álvaro Urquizo. Diseño y puesta de luces Magdalena Berretta Miguez. Diseño y puesta de video Pablo Varela. Diseño y puesta de sonido Alan Guarinacci. Diseño de títeres y mecanismos Alejandra Farley. Realización de títeres y mecanismos Alejandra Farley, Katy Raggi, Inés Sceppa, Ivo Siffredi. Diseño de escenografía Carlos Di Pascuo. Dirección musical Pablo Viotti.
Duración: 60 minutos
Teatro San Martín, Sala Cunill Cabanellas. Av. Corrientes 1530, C.A.B.A.
Clasificaciones: Musical, Teatro, Títeres, Presencial, Adultos.
La Cunill Cabanellas, la sala más pequeña del teatro San Martín, fue originalmente una confitería que supo transformarse en el espacio de experimentación del teatro. Para 1980 albergó entre sus primeros espectáculos una versión vanguardista de la obra de Federico Garcia Lorca, El Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, montada por el elenco de titiriteros del teatro. Aquel nuevo espacio se convirtió en el lugar de despliegue de una feria circense llena de excéntricos personajes que enmarcaban a la obra principal destinada para adultos, algo pocas veces visto hasta entonces.
Hoy, en 2025, no parece casual que esa misma sala contenga a Bimba, la obra escrita y dirigida por Mariana Diaz la asistente del grupo de titiriteros y coordinadora de los escenarios, quien convenció a Adelaida Mangani, la directora y mentora del emblemático elenco, de montar su biografía sobre ese espacio. Y ambas consiguieron estrenar un biodrama muy peculiar que suma un condimento diferente a este género dramático porque enriquece a las biografías y multiplica su teatralidad, instalando la metáfora en su estado más puro. Nace así la posibilidad de un recurso poco o nada utilizado para este teatro, que coloca un nuevo signo con sus matices claros y oscuros en el escenario de los biodramas. Porque en este escenario vuelven a instalarse de forma vanguardista, los títeres.
En un espacio con muy pocos y esenciales elementos, con una iluminación intimista y un elenco que arma y desarma retablos y recuerdos, Adelaida despliega su mundo: la música, su familia, la docencia, el teatro, los títeres y sus titiriteros.
Este biodrama presenta la posibilidad de desdoblar a la protagonista en sus versiones más jóvenes y entrañables y así es como Bimba, el títere que la representa en su juventud, se convierte por momentos en una antagonista exquisita que tensa la narración de la historia compitiendo o disintiendo con Adelaida, o que se emociona de las formas más íntimas ante algunos recuerdos o que incluso también, se revela a salir a escena dejando desconcertado a todo el elenco.
En cuanto al trabajo de los intérpretes titiriteros puedo agregar que manipulan con excepcionalidad a los títeres y objetos. Y que el acompañamiento musical completa la deliciosa experiencia de cada evocación y recuerdo. Tampoco falta el respaldo documental con la proyección y la reproducción de imágenes, videos, música y audios, que es tan habitual en estas obras. Y como para coronar este despliegue artístico, suman su presencia, muchos de los personajes de las producciones teatrales que Adelaida creó y dirigió. Títeres que logran presumir merecidamente su estética y el trabajo plástico y técnico de sus realizadores y vestuaristas. Algo que no es menor en un grupo de titiriteros que logró profesionalizar y acreditar su trabajo en el mundo, sumándole prestigio cultural a Buenos Aires.
Más allá de su trabajo como artista y gestora, Adelaida Mangani nos deja muy claro en esta obra, que ella también fue una niña, una joven y una mujer que creció y se impuso a las adversidades de su época, su familia y la sociedad. Se atrevió a hacer cosas poco comunes u osadas para el rol femenino del tiempo en el que creció. Y que como mujer siempre se escuchó a sí misma manteniéndose activa, buscando su lugar y subiendo todas las escaleras que le permitieran continuar su camino, más allá de los contratiempos políticos por los que pasó el país y el teatro.
Adelaida, Bimba, Ade, ya tiene un lugar y comparte con nosotros su pasión y su fuerza vital, acompañada de todo su grupo y su familia, haciéndonos parte de su casa porque su casa es el teatro y ella es un signo más sobre el escenario. Adelaida fue, es y será, metáfora.
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